Los cólicos del lactante son crisis de llanto inconsolable que aparecen en cualquier momento del día, aunque son más comunes a última hora de la tarde y por la noche.
Duran aproximadamente tres horas o más y causan una angustia tremenda en los padres. Quien haya vivido un episodio (más de un 20% de los lactantes tienen cólicos) no necesita mayor descripción, porque muy probablemente se habrá presentado en urgencias con el bebé y a estas alturas lo tendrá clarísimo.
Para aquellos que no hayan pasado por este trance indicaremos que algunos de los síntomas característicos son que el niño encoge las piernas y las estira por el dolor; que no hay forma aparente de calmar su llanto; que parece hambriento, pero no se tranquiliza con la toma, y que tiene la tripa tensa y en ella se oyen bien ruidos de gases.
No obstante, en relación a los cólicos es necesario aclarar ciertos puntos:
- Por evidentes que parezcan, ha de ser el pediatra quien los diagnostique.
- No hay que dar nada por sentado y cuando el bebé empiece a llorar, hay que descartar todos los días otras posibles causas del llanto: pañal sucio, hambre, dolor de oídos, etcétera.
- El niño con cólicos es un niño sano que engorda y crece bien. No afectan a su salud y después del proceso el pequeño está tranquilo.
- Los cólicos son pasajeros: aparecen sobre la segunda semana tras el nacimiento, duran hasta el cuarto mes, más o menos, y se quitan por sí solos.
FACTORES IMPLICADOS
La causa del problema no está determinada, aunque se establece por unanimidad una relación entre los cólicos y la inmadurez del sistema digestivo del bebé. Además, hay otras circunstancias que inciden en la aparición del cólico, entre ellas: que el pequeño trague aire al llorar o durante la toma, que tenga cierta intolerancia a la leche de vaca (en los lactantes de pecho, por la que toma la madre), que esté estreñido y que sea hipersensible a ruidos, voces...
ALGUNAS MEDIDAS BÁSICAS
La mejor recomendación es mantener la calma, turnarse para no caer en la desesperación y ser conscientes de que cada día es uno menos para que terminen. Hay que procurar que el bebé no esté estreñido y ser puntual en las tomas para que no se llene de gases al llorar. Anticípate al momento, cógelo en brazos y transmítele calma y cariño antes del berrinche. Si el pediatra lo estima oportuno, te indicará un cambio de leche, pero no lo hagas por tu cuenta.
Si le das el pecho, asegúrate de que coge bien el pezón y la areola. Además, quizá tengas que dejar la leche de vaca, el café, el té, las bebidas con gas, los alimentos flatulentos y ciertos medicamentos relacionados con la formación de gas.
No desesperes, te presentamos ocho posibles soluciones. Cualquiera de ellas hay que mantenerla cinco días antes de descartarla. Y seguro que con alguna consigues aliviarle.