La armonía familiar no es algo que podemos comprar en una tienda o que podemos establecer de la noche a la mañana.
Aunque parezca extraño para muchos padres de familia es necesario discutir el tema de la disciplina con sus hijos pues la armonía en las familias y la disciplina caminan mano a mano.
Un hogar no supone ser un campo de batalla donde padres, hijos y hermanos miden fuerzas o se retan y tratan de planear estrategias para vengarse unos con los otros.
Lo apropiado es que los padres como autoridades de la familia sean los que establezcan los límites y las reglas con el único propósito de que sus hijos se sientan seguros en el hogar y crezcan en un ambiente donde están siendo protegidos y orientados.
El adolescente necesita negociación para ser motivado y seguir las reglas establecidas en el hogar.
El niño pequeño necesita ver ““cromitos” o estampitas pegadas en una cartulina que le enseñan su progreso y que lo llevarán a una meta agradable como un premio.
El hijo en su edad adulta necesita el apoyo de sus padres y el respeto en cuanto a sus decisiones y su independencia, el hijo adulto necesita contar con la amistad de sus padres y no necesita de sus críticas.
La familia es parte muy importante de nuestra sociedad y sus miembros deben seguir patrones de conducta adecuados que permitan a toda la familia convivir en armonía.
Los padres son los que deben establecer las reglar tales como horas de entrada y salida de sus hijos, horarios de comida, de irse a la cama.
Deben también supervisar el número de horas que sus hijos dedican a ver televisión o a jugar video juegos, así como asignar las responsabilidades a sus hijos en cuanto a cooperar con los quehaceres domésticos se refiere.
Educar bien es disciplinar, no castigar
Educar a los hijos no es un sinónimo de castigarlos. Educar es un proceso que gradualmente empieza desde que el niño nace hasta que se hace mayor de edad.
Los primeros tres años en la educación de un niño son básicos pues es ahí cuando se forma su personalidad y el pequeño adquiere los hábitos y patrones de conducta que lo acompañarán hasta que se convierte en un adulto maduro.
La disciplina es necesaria, el castigo no. La disciplina ayuda a los hijos a desarrollar auto control y hacer personas independientes y responsables que aprenden de sus errores y a comunicarse efectivamente con sus familias.
Los niños que son disciplinados efectivamente aprenden que en la vida si no se tiene disciplina es muy difícil vivir. Un niño al cual se le disciplina correctamente tiende a crecer sano, emocional, social y físicamente.
Generalmente los conflictos familiares se dan por las siguientes razones:
1. Los padres exigen que se cumplan sus reglas y no razonan con sus hijos del porque deben obedecerles.
2. Los padres tienen problemas con sus hijos pues no logran que éstos les obedezcan, pues sus hijos no los respetan, les temen por miedo a ser castigados pero no piensan igual que sus padres.
3. Los hijos por otra parte no obedecen a sus padres pues no están convencidos que lo que sus padres dicen es lo que les conviene hacer a ellos.
4. Los hijos muchas veces no obedecen a sus padres pues ven una falta de inconsistencia en las reglas que les son impuestas pues sus padres actúan de acuerdo al estado de ánimo que se encuentran.
5. Los hijos que no respetan a sus padres lo hacen porque sus padres tampoco los respetan a ellos verbalmente, les gritan, los humillan y los golpean en muchas ocasiones para tratar que les obedezcan.
Tres tipos de padres
Existen tres tipos de padre, dos de ellos fracasan en la crianza de sus hijos. Uno de estos padres, es efectivo y sus hijos crecen como sus padres, desean que lo hagan.
1. El padre alto en reglas pero bajo en amor, es un padre estricto que nunca motiva a su hijo por el esfuerzo positivo, solo le deja ver sus errores y lo critica. Su hijo jamás oye palabras de halago de su padre.
2. El padre alto en amor pero bajo en reglas, tampoco funciona, este es el tipo de padre que teme a sus hijos.
Sus hijos son los que ponen las reglas en su hogar y sus padres calladamente obedecen, cegándose a que ellos son la autoridad.
En su parecer están criando hijos independientes pero están criando personas intolerantes y que de adultos no los van a respetar.
3. El padre alto en reglas y alto en amor. Este padre es efectivo, este padre por un lado apoya a sus hijos en sus metas y proyectos pero por otro lado establece sus reglas en el hogar, las discute con sus hijos para que estos sepan a qué atenerse si deciden quebrarlas o desviarse de ellas.
Estos padres son consejeros y sus hijos crecen seguros de sí mismos y viven una vida disciplinada, lejos de ambientes que los perjudiquen.
El hijo que crece con amor y en un hogar donde reina la armonía y los padres están de acuerdo en cuanto a las reglas de disciplina que se establecen en su casa, se convierte en adultos responsables, maduros y muy seguros de sí mismos.
El castigo no funciona, infunde temor en el niño pero no lo convence que está actuando mal.
Los hijos tratarán de practicar los comportamientos erróneos donde sus padres no puedan verlos y esconderán información a sus padres con tal de no ser castigados.
La verdadera armonía en el hogar se consigue por medio de la comunicación.
El padre o la madre o ambos cuando toman su tiempo por lo menos una hora diaria y se sientan con sus hijos antes de irse a la cama y leen un libro juntos, lo discuten, conversan y comparten eventos que les ocurrieron ese día, cuentan historias y anécdotas del pasado y ríen juntos, consiguen mucho más que los padres que llegan a sus casas con caras largas, se sientan frente al televisor y al menor error que hacen sus hijos los mandan a la cama sin cenar.
Disciplinar no es castigar, disciplinar es dialogar, es razonalizar con los hijos y llegar a un común acuerdo en que tanto padres como hijos salgan beneficiados y la armonía familiar reine en el hogar.