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Ventajas del niño que se vale por sí mismo

05-05-2014

Enséñale a tus hijos a valerse por si mismos, les ayudará a ser responsables y seguros de si mismos.

Hay una etapa en la vida de un niño, esas primeras semanas y meses tras el nacimiento, en la que los padres atendemos absolutamente todas sus necesidades. Sin nuestros permanentes cuidados, un bebé que no habla y que no se mueve por sí mismo, estaría completamente perdido. El bebé nos necesita para ser alimentado, bañado, vestido o movilizado. Conforme pasa el tiempo aquel bebé va creciendo y poco a poco va desarrollando habilidades fascinantes. Camina, balbucea palabras, expresa sus deseos, canta, empieza a comer solito, hace garabatos, se viste y también se desviste antes de tomar el baño. De pronto, ya no eres absolutamente indispensable para atender cada aspecto de la vida de tu niño y éste va descubriendo poco a poco las primeras experiencias de autonomía.

¿Qué pasa entonces cuando te das cuentas de que tu niño tiene 3 años y tú todavía le tienes que dar de comer? ¿Cómo es que, a sus 4 años, el peque nunca hace su cama? ¿Por qué, pese a que ya es un flamante pre-escolar o kindergartener, sigues recogiendo los zapatos o juguetes que deja regados en el piso? ¿Cómo es que no quiere cargar su chaqueta o su mochila, camino al colegio?

Si éste es tu caso, es momento de actuar. Es momento de enseñarle al niño a hacerse cargo, en la medida de sus posibilidades, de ciertas responsabilidades. Y, de acuerdo a su edad, es hora también de darle tareas específicas en casa. La independencia que un niño va ganando gracias a nuevas capacidades físicas e intelectuales es un recurso de vida esencial. Bien encaminado, tu hijo aprenderá a valerse por sí mismo, a resolver problemas (en vez de esperar que mami lo solucione todo), a asumir responsabilidades y también las consecuencias de sus actos. En cambio, si el pequeño sigue interpretando el rol de aquel bebé que necesita asistencia 24/7, la situación puede convertirse en un serio problema y tendrás en casa a una suerte de rey prepotente, e inseguro, al que todos deben servir.

Un primer paso es enseñarle al niño a hacerse cargo de sus pertenencias y del cuidado básico de su persona (asearse, peinarse, vestirse). Paralelamente, trata de hacerle comprender que forma parte de una familia y que ello exige contribuir a ella, en la medida de nuestras capacidades. Precisamente, sobre el tema de contribuciones familiares (family contributions), llegó hace poco a mi correo un interesante email de Positive Parenting Solutions, un sitio web que orienta padres en asuntos de disciplina, con una lista de tareas planteadas de acuerdo a la edad. Un niño que se vale por sí mismo y que ayuda en casa tiene la ventaja de comprender, desde temprano, que para coexistir con otros de manera saludable, se necesita ser parte activa de una comunidad, sea la familia, la escuela o el centro de trabajo… y no sólo gozar de sus beneficios. Ya sea ayudándote a doblar las toallas en la lavandería o colocando los cubiertos en la mesa, notarás el positivo efecto de “poner al niño a trabajar” (por decirlo de algún modo). Aunque al principio se resista, pronto pasará de ser un cómodo espectador a un miembro de la familia orgulloso de su aporte. ¡para ser un integrante más del trabajo en equipo!