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Por que los niños tienen MIEDO y cómo ayudarles a superar sus temores

20-02-2015
Miedos de los niños según su edad:
 
- Durante el primer año, lo que más los sobresalta es la pérdida de sustentación, los ruidos fuertes, los extraños y separarse de sus padres.
- A partir del segundo año, descubren que hay animales que les pueden hacer daño, que no les gusta la oscuridad, que se angustian cuando se hacen alguna herida y que los asusta lo desconocido. Por ello, siguen sin querer separarse de los padres.
- Con 3 y 4 años sus miedos se hacen más patentes. Su imaginación les juega malas pasadas y elucubran acerca de los monstruos que se esconden en la oscuridad. También los asusta el daño físico y aparece el miedo a los fenómenos naturales (truenos, viento, terremotos). 
- Al llegar a los 5 y 6 años, mantienen el miedo a separarse de sus padres, a los animales, a la oscuridad y al daño físico, pero además se suma el miedo a seres malvados (ladrones, secuestradores) y personajes imaginarios (brujas, fantasmas, el “coco”, personajes de dibujos animados). Tampoco les gustan los médicos, sobre todo si llevan bata blanca, y los preocupa la enfermedad y la muerte. 
- El niño de 7 y 8 años sigue teniendo miedo a la oscuridad, a los animales y a los seres sobrenaturales, y añade su temor a hacer el ridículo por la ausencia de habilidades escolares, socia

les o deportivas. 
- De 9 a 12 años disminuye su miedo a la oscuridad y a los seres imaginarios, pero ahora son especialmente sensibles al colegio (exámenes, suspensos), a la aceptación social (integración en el grupo, aspecto físico), a la soledad, a la enfermedad y a la muerte.
 
La reacción del niño ante el miedo
 
Cuando son bebés pueden reaccionar con sobresalto o llanto; más tarde, además de llorar, intentan evitar a toda costa la fuente que les causa el temor, buscan la compañía de un adulto que los proteja.

A veces, simplemente, experimentan algún cambio en su conducta habitual, por ejemplo, pueden manifestar alguna regresión en sus hábitos, volviéndose a hacer pis en la cama o a chuparse el dedo cuando ya habían dejado de hacerlo.

Los miedos no son motivo de grandes preocupaciones, pero si son tan intensos y persistentes que repercuten negativamente en el desarrollo del niño, en su vida cotidiana o en sus estudios, y la familia, a pesar de sus esfuerzos, no sabe cómo manejar la situación, sería conveniente visitar a un profesional.
 
Cómo ayudar al niño a superar el miedo
 
· Primero, identificar lo que produce miedo. 
· Hablar sobre las cosas que le causan temor, que se sienta escuchado.
· Tener un talante comprensivo. Procurar que no se sienta avergonzado ni regañado. 
· Transmitirle seguridad y confianza, siempre con un tono relajado. 
· Alentarle a que se enfrente a sus temores de forma gradual, aunque al principio sea con nuestra ayuda, sin forzarlos y elogiando sus conductas valerosas. 
· Fomentar su autoestima y autonomía. 
· Enseñarle maneras de contrarrestar la ansiedad: escuchar música, relajarse, o actividades que le mantengan ocupado (contar fichas, enumerar comidas favoritas). 
· Concederle algún poder sobre la situación (encender una pequeña luz, tener una pequeña mascota). 
· Predicar con el ejemplo, de forma que tenga en nosotros un modelo adecuado de superación. 
· Ofrecer al niño una visión positiva del mundo. Hay que enseñarle a no preocuparse excesivamente por las cosas y a encontrar soluciones a los problemas que le surjan. 
· Mucho humor. Un buen antídoto contra el miedo es transformar aspectos aterradores en características graciosas mediante dibujos y bromas.
 
Qué no hacer si el niño tiene miedo
 
· No se debe ignorar el miedo. Frases del tipo “no te asustes, no tienes motivo” o “tienes que ser valiente” le hacen sentirse incomprendido y solo ante el peligro, ya que si sus padres niegan su miedo, seguramente no le van a poder ayudar a superarlo. 
· Tampoco hay que reaccionar de forma exagerada. El niño puede ver en ello más atención y concesiones de las normales, que le libran de tareas y obligaciones, reforzando accidentalmente los temores. 
· No burlarnos del niño, ni regañarle. La ridiculización no le hace menos miedoso, solo merma la confianza en sí mismo y hace que trate de ocultar su miedo. 
· No evitarle los objetos y hechos que teme, ya que así supera momentáneamente el miedo, pero no le ayuda a vencerlo definitivamente. 
· Permitir al niño dormir en la cama con los padres debe ser algo muy excepcional, como motivo de fiesta, pero nunca como medio para solucionar el problema. 
· No mentir al niño. La información sobre un hecho que le sobrepasa (por ejemplo, vacunarse) le puede ayudar a controlarlo. Simplemente hay que explicarle las cosas de manera sencilla para que las pueda entender. 
· Si son niños especialmente temerosos, evitar las historias de ogros, fantasmas o brujas, o actividades que puedan asustarlos (películas de miedo, sustos...), sobre todo antes de irse a dormir. 

· No transmitirles nuestros temores personales.