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Educar es enseƱar a pensar

06-08-2015

 

Cuando nuestros hijos sean adultos deseamos que sean capaces de pensar por ellos mismos, tomar su propias decisiones de manera responsable, valorar la información que reciben, hacer valer sus opiniones con respeto, poner límites a posibles abusos de autoridad, reaccionar ante las dudas y problemas, elegir su propia vida y hacerlo desde la seguridad.
Aprender a pensar libre y críticamente no se logra, por arte de magia, a cumplir la mayoría de edad, es un proceso que comienza en la niñez y del que los padres somos los principales garantes.
 
¿Qué podrías hacer como mamá, para "enseñar a pensar" a tus pequeños? Las sugerencias que a continuación te presento, si las aplicas con frecuencia, te serán de gran ayuda. Pero antes de pasar a los consejos, déjame hacerte una advertencia: un niño o adolescente que aprende a razonar, necesita de padres sinceros y capaces de alimentar su mente, respetuosos de sus ideas y decisiones. ¿Puedes con el reto?
 
1. Habla con honestidad a tus hijos, desde que son pequeños. 
Hacer esto, implica que no deberás mentir o crear fantasías sobre los hechos de la vida y la naturaleza, sobre los percances y las emociones. A los niños les gustan los cuentos y escuchar historias fantásticas, las cuales son magníficas para desarrollar la imaginación. Sin embrago, también es preciso decir la verdad de las cosas, tal como son y con palabras sencillas, ya que esto ayudará a que el niño procese información sobre bases sólidas y confiables. No les ocultes cosas que les conciernen, tal vez tú creas que ellos no se dan cuenta pero es mentira; los niños perciben y saben cuando algo en su entorno no está bien. Si eres verídico, ellos te creerán y confiarán en ti, por lo que estarán abiertos a aceptar la guía que puedas dar a sus pensamientos.

2. Pídele que tome decisiones basadas en razonamientos.
Para lograr esto, debe existir la voluntad de que juntos puedan platicar y llevar a cabo un razonamiento sobre algo, para entonces tomar una decisión o emitir un juicio. Por ejemplo: al elegir una película en la cartelera cinematográfica, ¿qué elementos consideras para escoger cuál ir a ver? Probablemente los gustos familiares, el tema, el costo, lo que dice la reseña. Una vez hechas cualesquiera de estas cosas, sería bueno que consultaras las opiniones de todos, tal vez hacer una votación y entonces decidir. Permite que tu hijo pida y pague los boletos en la taquilla, esto es muy bueno para brindarle confianza.

3. Evalúa los resultados de las decisiones que se tomaron.
Siguiendo con el ejemplo de la película, podrían discutir sobre algún punto en especial de la trama de ésta o simplemente sobre si todos estuvieron satisfechos con la decisión tomada. Revisar procesos mientras le explicas a tu hijo el qué y el cómo, es muy importante para poder evaluar los productos finales.
 
4. Proporciona oportunidades para aprender cosas nuevas.
Brinda a tus hijos momentos y espacios para obtener nuevos conocimientos y ampliar los que ya tienen. Cuando te sea posible, proporciona experiencias en lugar de objetos o regalos. ¿Qué es esto? Por ejemplo, en lugar de gastar mucho dinero en dar una gran fiesta de cumpleaños, ese recurso lo podrías emplear para pagar un paseo a caballo, nadar con delfines o hacer cualquier otra cosa que proporcione a tu hijo una experiencia significativa. Si en su caso prefieren celebrar la fiesta, la propia organización de ésta puede volverse algo muy especial si es tu hijo quien la organiza, confecciona los adornos o amasa el pastel. La idea es proporcionar oportunidades de experimentar por medio de todos sus sentidos.
 
5. El desarrollo de la inteligencia está muy relacionado con el desarrollo del lenguaje.
Discutir, dialogar, hablar y exponer verbalmente las cosas que se sienten y piensan es fundamental. Realizar juntos lecturas en voz alta, de manera pausada y con oportunidades de explicar lo que se dice, es un gran recurso para el desarrollo de estos aspectos.
 
6. Cuestiónalo y enséñale a cuestionar su mundo.
Fomenta este ejercicio con él, pero no con el objetivo de criticarlo, sino para comprender qué es lo que piensa y siente. Así le ayudarás a tener una opinión personal de las cosas.Pensar es una actividad mental de orden superior a la que no se llega de manera fácil e inmediata. Implica un trabajo, así como una buena y acertada guía del adulto para que el niño o el joven logre hacerlo por sí mismo.  

7. Confía en tu hijo. Eso no quiere decir que dejemos de lado nuestro fundamental papel de educadores y cuidadores. La máxima responsabilidad sobre la seguridad y bienestar de nuestros hijos en nuestra y deberemos tomar muchas decisiones por ellos mientras son pequeños.
Tampoco quiere decir que les dejemos evaluar todos los riesgos pues, especialmente en la primera infancia, carecen de la información necesaria para hacerlo.
Los niños son muy observadores y construyen, además, su propia imagen, con aquello que les transmitimos. Si confiamos en ellos se sentirán mucho más capacitados y serán más responsables. Demostrándoles que esperamos que actuen con prudencia, inteligencia y de forma consciente les ayudaremos a hacerlo, pues, además, los niños desean complacernos. Sencillamente, confía en ellos, son muy capaces, seguro.
 
8. Escucha y pide sus opiniones y deseos. 
Escuchar su opinión y sus deseos, tomándolos en serio y valorándolos como importantes para su desarrollo. Podamos o no acceder a lo que piden o consideremos que su opinión es adecuada en un determinado momento, escucharlos es fundamental. De ese modo negociaremos y les enseñaremos como se negocia.  Al contar con ellos y pedirles opinión no cedemos autoridad, sino que la ganamos, mostrándonos respetuosos con ellos como individuos y dándoles valor.  Poder expresar sus opiniones libremente va a ser una extraordinaria enseñanza para ellos, un entrenamiento para su vida futura insustituible.
 
 
9. Da explicaciones y pide que él se explique. 
En la medida de lo posible y adaptándonos a la edad del niño y su maduración es conveniente que abramos un diálogo en el que las opiniones y deseos del niño y las decisiones que tomemos, especialmente si no son las que el esperaba, las justifiquemos con una explicación racional y serena. Da explicaciones y permite que el niño se explique.
Esto enseñará al niño que merece ser tenido en cuenta y recibir respuestas que no sean una simple orden. No siempre van a entender las explicaciones y no siempre les complacerán, pero el simple hecho de darlas les ayuda a organizar su pensamiento, saberse valorados y estructurar sus propias argumentaciones.
Paralelamente deberíamos dejarles expresarse libremente manifestando las razones de sus propuestas, lo que, quizá al principio sea complicado por un manejo del lenguaje en formación o una impulsividad infantil normal y sana, pero que irá mejorando con el tiempo, poniendo las bases de una relación de confianza mutua.
Cuando estamos dispuestos a escuchar a nuestros hijos y a darles nuestras explicaciones vamos a construir una confianza mutua, hasta el punto de que, cuando sea necesario negar algo y no es el momento de explicar o el niño no puede todavía entender, aceptará que esa decisión concreta debe aceptarla porque sabe con certeza que somos dignos de confianza y velamos por sus intereses, no por nuestros caprichos o convenciones.
 
10. Permítele intentarlo y fallar
En ocasiones puede que la idea o propuesta de nuestro hijo no nos parezca demasiado buena, pero, si no corre peligro, es conveniente dejarle intentar llevarla a cabo, pues nada enseña más que el proponerse un reto y luchar para lograrlo. Permítele intentarlo y permítele fallar sin penalizarlo.
Habrá veces en las que nos sorprenderá y resultará que tenía él razón, situación que deberemos reconocer y transmitirle nuestro entusiasmo, e incluso que estábamos nosotros en un error. Otras veces no funcionará bien, pero él aprenderá de su error, pues asi aprendemos los seres humanos y nosotros acogeremos su aprendizaje con orgullo y cariño, nunca reprochándole el haberse equivocado o no habernos obedecido sin rechistar.
 
11. No le dañes emocionalmente ni le grites
Ninguna relación humana está libre de conflictos. El problema no son los conflictos, sino la manera de resolverlos y afrontarlos. En todo este proceso en el que nuestro hijo aprende a pensar por él mismo y a tomar sus decisiones nuestra actitud es fundamental para que gane seguridad y piense libre y tranquilo. El miedo a nuestra reaccion, los insultos, burlas, chantajes o gritos no son una buena estrategia, dañan emocionalmente e impiden que se pueda pensar con lucidez. 
Esperamos que estos consejos para enseñar a nuestros hijos a pensar y a tomar decisiones les ayuden a construir una relación sana y a que los niños puedan desarrollar su capacidad de raciocinio y ejercicio de la libertad con una base firme.
 
"Llegar a ser un adulto consciente de nuestros actos, implica ser capaces de disfrutar y actuar en verdadera libertad."