Cerrar Ventana
Solo quiere estar con mamá
20-10-2015
"Madre no hay más que una.. y nuestros hijos lo saben"
La mamitis aguda, como la solemos denominar,es una fase en la que nuestros hijos se sienten especialmente apegados a sus madres, lloran al separarse de nosotras y nadie más consigue consolarlos.
Cerca de los dos años los niños pasan por una etapa en la que solo quieren estar con mamá. Nadie más les consuela. Sólo mamá les proporciona la seguridad que necesitan y no quieren a nadie más, ni a papá. Es una fase pasajera aunque agotadora para las mamás que lo sufrimos, debemos afrontarla con paciencia y utilizar algunas estrategias para aumentar la confianza de nuestros pequeños, porqué al final todo pasará.
La mami en esta etapa es la plataforma desde la que va a lanzarse a explorar otras relaciones. También necesita un poco de ayuda para poder confiar en otros. Esto se consigue pasando tiempo con más gente, pero sabiendo que mamá está ahí para cualquier cosa. Sin prisa, y sobre todo sin forzarle, aumentará su autonomía.
¿Qué es lo que puede desencadenar esta fase de “mamitis aguda”?
La “mamitis aguda” como vemos es una fase de inseguridad que atraviesa nuestro hijo, aferrándose a nosotras las mamás porqué de este modo todo parece resultarle más fácil. Entre nuestros brazos está cómodo y seguro, siente que nada le puede ocurrir.
Algunos factores como por ejemplo:
- la llegada de un hermanito,
- el inicio de la guardería,
- un resfriado o cualquier enfermedad que haya pasado recientemente,
- mamá ha empezado a trabajar fuera de casa,
- pasamos una temporada que debemos dejarlo con más frecuencia al cuidado de los abuelos,
- un cambio de domicilio,
por ejemplo, pueden ser los desencadenantes de la reacciones típicas de la “mamitis aguda”.
¿Cuáles son los síntomas de la “mamitis aguda”?
Cuando nuestro hijo está en plena fase de mamitis aguda podremos saberlo porqué:
- no deja de llamarnos la atención con sus constantes “mama, mama, mami, mami” …;
- no quiere a nadie más que a mamá;
- no quiere que le vista papá, ni la abuela ni nadie y si lo hacen es contra su voluntad;
- quiere que le demos nosotras el desayuno, la comida, la merienda y la cena;
- solo quiere jugar con nosotras;
- llora o nos llama en el momento que desaparecemos de su campo visual;
- manifiesta celos de su hermano mayor o menor e incluso de papá;
- no nos deja hacer nada, solo quiere brazos y que estemos por él;
- se nos agarra en las piernas mientras nos desplazamos por casa;
Estos son algunos de los signos más evidentes de la “mamitis aguda”, fáciles de distinguir. Afortunadamente se trata solo de una simple fase pasajera y con solución.
Los casos más habituales
Algunas circunstancias, como la llegada de un hermano, pueden descolocar su mundo. El único método que conocen para llamar la atención es dejar que todos sus cuidados (desayuno, lavado de dientes, hora de dormir...) recaigan únicamente en manos de la madre. De hecho, para el niño, es su mamá la que se ha olvidado de él.
Lo mismo ocurre si ella siempre ha estado en casa y se incorpora al trabajo tras una excedencia. En ese caso, la ' mamitis' será casi imposible de evitar. En este caso se cuenta con una ventaja: se puede preparar al niño para que la separación no sea traumática.
Otros cambios menos drásticos, como una mudanza o una cuidadora nueva, pueden hacer saltar las alarmas. Entonces, por mucho que papá se lo proponga, el pequeño decidirá que de reparto de tareas en casa, nada de nada. Por lo que respecta a él, mamá es su 'encargada'.
¿Hay solución?
Aunque la mayoría de los padres vivan este tipo de situaciones con angustia, lo cierto es que hay solución. Y es más sencilla de lo que podría parecer a simple vista: se trata de generar en el niño cierta confianza y autonomía y que así deje de sentir inseguridad cuando no está con su madre.
Es importante que aprenda a jugar él solo. Si se resiste, podemos idear un plan. Por ejemplo, empezamos a jugar con él a las construcciones. Pasado un rato, le dejamos continuar solo: nos vamos moviendo por la casa, y hablando con él. Se trata de que el niño sepa que estamos ahí, aunque se encuentre solo en la habitación.
También conviene tentarle a hacer cosas con los demás. Por ejemplo, le dejamos unos minutos a solas con papá. Al principio, ese ratito tiene que ser especial: un cuento, unos minutos para volar por los aires... Las tareas menos divertidas, es mejor que las haga mamá. A los pocos días, ya se puede empezar con las tareas menos agradecidas.
Sin presiones
Algunos niños corren a refugiarse en las faldas de su madre cuando llegan invitados en casa. Todo el mundo les mira y les dice cosas con una gran sonrisa, pero, cuantos más esfuerzos hacen, más se aferran los pequeños a las piernas de su madre. No es bueno forzarles a saludar y dejarse coger por extraños. Los niños, igual que los adultos, necesitan su tiempo antes de tomarse ciertas confianzas.
Poco a poco, cuando se encuentren a gusto y dejen de sentirse 'vigilados', se relajarán. Mientras tanto, mejor dejarles su espacio.
¿Cómo solucionar la “mamitis aguda”?
A pesar de lo agotador y estresante que es para nosotras, las madres, vivir esta fase la verdad es que está en nuestras manos la solución. Sencillamente aplicaremos el sentido común.
Sabemos ya que la “mamitis aguda” es una pérdida de confianza, por tanto se trata de ayudar a nuestro hijo a recuperar su autonomía y seguridad. ¿Cómo lo hacemos? Jugando.
Podemos empezar jugando con nuestro niño, a lo que sea, con construcciones, con pelotas de colores, puzzles o algo que sepamos que le gusta y le entretiene. Una vez iniciado el juego podemos levantarnos y separarnos de él unos centímetros, luego algún metro, sin dejar de hablarle para que note que estamos ahí con él. Y finalmente podemos dejarle solo en la habitación por unos instantes. Luego volveremos a buscarle.
Es importante también que aprenda a estar solo con papá y/o con los abuelos, así que debemos dejarles solos. Primero intentaremos que hagan cosas agradables, como jugar o leer cuentos y tras unos días ya podrán hacer cosas más rutinarias.
Se trata de una fase pasajera, nada que no consigamos remediar con un poco de paciencia, mano izquierda y cariño.
Asesora: Mónica Taíbo, psicóloga del centro de psicoterapia Kerkus de Bilbao.