Cerrar Ventana
Pautas para aplicar disciplina positiva a tus hijos
10-11-2017
Tradicionalmente en la educación de los niños y niñas se ha empleado la disciplina basada en el castigo, la cual provoca efectos negativos (resentimiento, venganza, rebelión y baja autoestima). En contraposición a ésta se ofrece la disciplina positiva, basada en el respeto que propone implicar al niño/a fomentando su autocontrol y autoestima, haciendo de ellos personas responsables y respetuosas.
Para educar a los niños y niñas se hace necesaria la disciplina. Los pequeños necesitan saber lo que pueden y no pueden hacer. Aprender que son responsables de sus actos y que toda acción tiene por lo tanto una consecuencia. La disciplina les ayuda a aprender las formas adecuadas de comportarse y actuar. En los primeros años, la existencia de disciplina y normas les aportará seguridad, ya que tendrán una guía para saber cómo actuar.
Pero no debemos entender la disciplina como una imposición de normas, reglas y formas de actuar. La disciplina ha de ser un medio para el desarrollo sano y feliz de los pequeños, un camino para enseñarles a ser autónomos y responsables, que no perjudique su autoestima y no provoque reacciones negativas. La disciplina positiva se basa en el respeto y tiene como objetivo favorecer la maduración de los niños y niñas, para que sean adultos responsables, autónomos y felices.
¿Cuáles son las bases de la Disciplina Positiva?
- Respeto.
- Colaboración.
- Responsabilidad y Autonomía.
- Cariño y comprensión.
- Comprensión por parte del pequeño de las normas.
- Implicación de los niños y niñas.
- Libertad de actuación.
- Desarrollo sano y feliz.
Pautas para Educar con Disciplina Positiva
Mantenga la calma. Hablar en un tono neutro le demostrará a su niño/a que usted no ha perdido el control. Su tranquilidad será contagiosa y ayudará a su niño/a a calmarse.
Imponga reglas demostrando seguridad. Si quiere que su hijo/a coma sólo dos galletas o mire la televisión sólo por una hora, deje en claro que esas son las reglas de la casa y hágalas cumplir de manera uniforme y demostrando seguridad.
- Céntrese en su niño/a. Diga el nombre de su hijo/a cuando dé una orden y mírelo/a directamente.
- Elogie el buen comportamiento. Utilice elogios específicos que reiteren lo bueno que hizo su hijo/a y lo que significó. “Gracias por quedarte tranquilito/a y leer mientras yo vestía a tu hermana. Nos puso a todos muy contentos y pudimos hacer todo lo que necesitábamos hacer. Te estás convirtiendo en un/a buen/a lector/a”.
- Recuérdele con amabilidad lo que debe hacer. Hágalo en momentos adecuados. Cuando su hijo/a salga del baño, recuérdele que debe colgar la toalla.
- Ofrézcale opciones. En lugar de decirle siempre a su hijo/a que no haga algo, ofrézcale opciones, por ejemplo: "¿Te quieres poner las medias o la camisa primero?". Asegúrese de que usted estará conforme con cualquiera de las opciones que su hijo/a elija.
- No use preguntas, sino afirmaciones. Si usted le pregunta a su hijo/a: "¿Estás listo/a para ir a la cama?", está dejando que decida él/ella, por lo tanto, la respuesta más probable será: "¡No!". En lugar de preguntar, simplemente diga: "¡Es hora de ir a la cama!"
"Cuando hagas tal cosa, podrás hacer tal otra". Diga a su niño/a que cuando haga algo que indique buen comportamiento (guarde un juguete, termine la tarea o se lave los dientes), podrá hacer algo que desee (comer una galleta, mirar la televisión, llamar por teléfono a un/a amigo/a).
Dígale a su hijo/a que usted contará hasta diez y explíquele lo que él/ella debe hacer durante la cuenta regresiva. A los niños generalmente les gustan los desafíos de lograr algo en un tiempo determinado. Además, la cuenta regresiva le permitirá a usted mantener la calma.
- Anime a su hijo/a a contribuir. Resuelva una situación con su hijo/a preguntándole cómo solucionaría el problema. Luego escuchélo/a y trabajen juntos para resolver el inconveniente.
- Diga "por favor" y "gracias". Así no sólo ayudará a su niño/a a incorporar estos términos importantes en su vocabulario, sino que también le proporcionará un ambiente de civismo y amabilidad.
- Use mensajes claros y específicos. Dé órdenes específicas a su hijo/a diciendo: “La cena está casi lista. Por favor, apaga la televisión, lávate las manos y ven a la mesa.”
- Los mensajes cortos son más eficaces. En la mayoría de los casos, una o dos frases tendrán mejor resultado que un sermón. “Ponte el abrigo o llegarás tarde a la escuela.”
- Utilice frases que se refieran a usted en lugar de a su hijo/a. No critique al/a la niño/a, sino al comportamiento del/de la niño/a. En lugar de decirle: "Tú me haces sentir muy triste cuando no guardas tus juguetes", diga: "Yo me pongo muy contento/a cuando guardas tus juguetes después de jugar."
- No le dé demasiadas órdenes juntas. Cuando su hijo/a termine una tarea, indíquele cuál es la siguiente, así evitará agobiarlo/a.
- Entiende al niño. Ponte en su lugar, identifica las creencias y sentimientos que están detrás del comportamiento, entiende las razones por las cuales los niños/as hacen lo que hacen, y trabaja para cambiar esas creencias en lugar de tratar de cambiar simplemente el comportamiento.
- Ayúdale a pensar, razonar y decidir su comportamiento de forma racional, no solo emocional.
- Actúa como ejemplo para el niño/a. Los pequeños aprenden mucho más de lo que ven que de lo que escuchan.
- Establece los objetivos de conducta que queremos conseguir, involucrando al niño/a, y elabora un plan consensuado para conseguirlo.
- Se firme en tus decisiones, límites y normas pero con amabilidad y con cariño.
- Dialoga con el niño/a, permitiéndole explorar las consecuencias de sus decisiones, utilizando de esta forma el error como fuente de aprendizaje (mediante preguntas y reflexión, en lugar de castigos para que paguen por su error).
- Enfoca en las soluciones, y no solo en el problema, haciendo al niño/a participe en las mismas.
- Desarrolla su autonomía, que sea una persona capaz de decidir.
- Critica la acción y no a la persona. Debemos prestar atención a la autoestima de los pequeños.
- Riñe o castiga si es necesario, pero siempre desde el respeto y sin transmitir miedos.
En la medida que nos esforzamos como padres para educar y discplinar positivamente a nuestros hijos, sembraremos en ellos esa semilla que germinará y crecerá positivamente, en un ser íntegro para lograr sus metas a pesar de las dificultades que se le puedan presentar en la vida.
Lectura recomendada "El secreto de las siete semillas" del autor David Fischman
Equipo de Pekelandia
www.pekelandia.com.py