Un tema que siempre sale a la luz en las discusiones sobre lo concerniente al enfoque que debe tomar la educación de un hijo, es a propósito de la condición de madre soltera que presentan un gran número de mujeres. Por una parte se habla mucho del apego que existe entre ésta y sus hijos, aunque deberíamos decir entre ésta y su hijo, ya que se ve que gran número de ellas tiene un único hijo. Bajo esta óptica, se dice que el hijo encuentra dificultad en los momentos en que debe separarse de su madre. Podemos ver plasmado esto cuando le toca ir a la escuela. Ellos se sienten inseguros y muestran su descontento y angustia al tener que separarse de sus madres por un determinado tiempo. Al respecto, se dice que la madre debe brindarle la confianza del caso y acompañarlo hasta donde más se puede sin que esto suponga interferir con su normal desarrollo y desenvolvimiento. Es aquí que surge la figura del maestro o tutor, quien en las instancias iniciales debe hacer las veces de sustituto y ver la manera de ganarse rápidamente la confianza del niño.
En efecto, el tutor debe convertirse en una especie de puente entre la madre y el niño para poder cubrir el vacío provocado por la ausencia de ésta. Ciertamente, se debe trabajar en paralelo en la personalidad del niño y su desarrollo.
La idea es resolver el problema del apego de éste hacia su madre. Se debe trabajar en el aspecto anímico y sobre todo en el aspecto de la sensación de seguridad que el hijo pueda adquirir. Más allá de resolver el problema inmediato, la mirada debe estar enfocada en el futuro del niño, quien debe liquidar el problema en instancias tempranas para evitar que su personalidad futura se vea seriamente trastocada. Se ha visto que los niños que no logran superar con satisfacción este trauma, presentan muchos problemas en el futuro. Quizá el principal de ellos sea el de la falta de autoestima y confianza en sí mismos. Al momento que tienen que tomar una decisión clave para el resto de sus vidas, titubean o se dejan influenciar fácilmente por cualquier figura que represente o evoque la categoría maternal con los consiguientes riesgos que esto puede conllevar.
Por otra parte –y volviendo al tema inicial- se observa que los hijos de madres solteras no presentan problemas de adaptación una vez en la escuela o al menos no existe la asociación que arbitrariamente se estableció entre los niños pertenecientes a este contexto y sus dificultades de adaptación al medio en que se desenvuelven. Quizá esto encuentre sentido en el hecho de la existencia de los mecanismos psicológicos de adaptación y sobre todo de compensación de que dispone el ser humano. Al ser una realidad el abrupto desapego entre el hijo y la madre soltera por varias horas –como es el caso de la vida escolar- el niño se ve forzado a encontrar rápidamente una relación satisfactoria con otras personas de su entorno, en este caso sus compañeros de aula. Son ahora ellos una especie de salvavidas para la nueva situación, los que le permitirán al niño pasar ese tiempo sin tener la madre al costado. Por otra parte y viendo ya las ventajas de las madres solteras respecto de la educación de sus hijos, podemos decir que aquellas pueden enfocarse mejor en la crianza de los mismos.
Si bien es cierto, se crea una mayor carga de responsabilidad tanto a nivel familiar como económico y laboral, las madres solteras disponen de amplia libertad en la toma de las decisiones en le hogar. En efecto, al no existir la figura paterna, estas pueden decidir unilateralmente a qué tipo de escuela irán sus hijos o qué religión profesaran, al menos de momento. Sin embargo, los especialistas advierten que lo mejor es que haya un consenso entre los hijos y sus madres solteras. Incluso se citan momentos históricos en que el hijo mayor de una madre soltera renunciaba a su vida conyugal a favor de ser el sostén del hogar y apoyar a la madre. Ciertamente no hay que caer en el extremo ni en el fanatismo, pero algunos recomiendan que el mejor camino en este escenario es ir involucrando al hijo en responsabilidades propias de un hogar sin que esto suponga otorgarles una carga a destiempo que pueda trastocar su desarrollo normal como individuo. Parece ser que con esto, los hijos de madres solteras responden en base a la madurez. Debe ser tarea de la madre, vigilar que este nuevo cauce no desborde y el niño siga siendo siempre niño.
Fuente: eLiceo.com